Hola,

Lalildis es el nombre que nunca pusimos a nuestra primera muñeca, aunque es el nombre que nos hubiera gustado para ella si no hubiera nacido con el nombre puesto. La segunda muñeca que hicimos también nació con nombre propio y tampoco se pudo llamar Lalildis. Las siguientes empezaron a llamarse Lalildis, pero como las primeras, también pueden cambiar de nombre. Nos gustaría que cada una de nuestras muñecas tuviera un nombre diferente y que su nombre sea el que elijan para ellas quienes las acojan en sus casas.

Unos viejos retales y algunos restos de lana fueron el origen casi inesperado de nuestra primera "lalildis", aunque nunca se llamó así. Fue una auténtico regalo. Un regalo para quien iba destinada y un regalo para nosotros que la vimos nacer casi de la nada a partir de una vaga idea de lo que intuíamos que podía ser, de lo que nos gustaría que fuera.

Nuestras "lalildis", se llamen como se llamen, son pequeñas muñecas de trapo, como las de siempre, pero hechas como nunca, porque cada una de ellas es nueva, única e irrepetible. Cada "lalildis" que nace en nuestro pequeño taller es una nueva "lalildis" y nunca nadie, ni nosotros mismos, ha hecho nada igual. Única e irrepetible.

Todas nuestras "lalildis" están confeccionadas a mano desde el principio hasta el final. Están cosidas a mano pacientemente. Todas sus ropas las hacemos nosotros con patrones propios, a veces tejidas y otras veces cortadas y cosidas. Siempre que es posible intentamos utilizar restos de lanas y viejas prendas en desuso a las que intentamos dar una nueva vida.

Las "lalildis" son bonitas y nos esforzamos porque lo sean y para que puedan utilizarse como objetos decorativos, pero son sobre todo muñecas para jugar. Se les pueden cambiar las ropas, los zapatos y hasta los peinados y añadirles diversos complementos.

La aguja del pajar, es uno de los pocos instrumentos de trabajo que utilizamos en nuestro pequeño taller ubicado en nuestra casa, un antiguo pajar anexo a una casa de pueblo situada en el corazón de la vieja Castilla, muy cerca del Ebro.

Esperamos que acojais a lalildis en vuestras manos con el mismo cariño con el que ha salido de las nuestras